jueves, 11 de diciembre de 2008

La fotografía no existe

La fotografía no existe, hay los retratos. Imágenes de un modo exclusivo de cruzar las piernas, doblar el periódico y partir los azucarillos para endulzar el café, andar y detenerse siempre junto al escaparate de libros de saldo a la altura de Constitución de vuelta a casa. Prefiguraciones de la ausencia. Charles Marville, sin saberlo, capta su paso: un camino, un transitar. Son callejones y plazas que dicen porque se muestran vacíos precisamente, porque no tienen voces ni decurso, pero lo ha habido. Son por lo que carecen.
En la pipa y los anteojos de Mondrian fotografiados por Kertész están la mirada y el tiempo ocurrido de su protagonista. También los pimientos de Weston interpretan las formas inquietantes, comestibles del cuerpo, al igual que sus moluscos y sus árboles. Por eso la calle desierta, esas gafas, el árbol cobra entonces un sentido nuevo porque se encarna, es decir, adopta la forma y la presencia no sólo de lo vivo, sino de lo viviente: se hace corporal.

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